Paz interior, “¿Puedes aceptar la idea de que una vez que cambias tu estado interno, no necesitas que el mundo externo te brinde una razón para sentir alegría, gratitud o aprecio?”.
Joe Dispenza.
Al oír hablar sobre la paz, lo primero que suele acudir a nuestra mente es una situación externa vinculada al cese de la confrontación. Pocas veces, como primer pensamiento, acude a nosotros la idea de paz interior; ese equilibrio integral y coherencia entre lo que sentimos y pensamos, el cual, nos genera tranquilidad, sosiego, serenidad y felicidad.
La paz interior nos genera bienestar, pero no solo a nosotros, irradia hacia afuera y genera bienestar sobre nuestro entorno.
La felicidad como paz interior
La paz interior se vincula a la felicidad. De hecho, constituye una noción de felicidad mucho más completa y duradera que aquella asociada a los altibajos de las emociones como el júbilo o la exaltación. ¿Entonces en que consiste esta felicidad? Pues bien, está muy asociada a la contemplación, se trata del disfrute de todo lo que vemos, recibimos y hacemos en el momento presente.
La paz interior puede verse como un círculo virtuoso de bienestar, pues al estar asociada con niveles elevados de espiritualidad, trae consigo la empatía hacia los demás seres sintientes y, por consiguiente, irradia bienestar.
¿Dónde encontrar la paz interior?
La paz interior no se encuentra en un lugar geográfico o en algún momento del futuro o del pasado, está siempre en el aquí y el ahora. Por esto, las prácticas espirituales como la meditación y el yoga promueven la paz interior. Se trata de la incorporación de hábitos que nos invitan a disfrutar del momento presente en una actitud contemplativa, de paz interior.
Esos minutos de meditación son, pues, minutos de felicidad y de conexión con nuestra esencia, donde se encuentran los dones de nuestra alma, como la paz y el amor compasivo. Bajo este orden de ideas, es importante que agudicemos la contemplación y la extendamos al disfrute de los regalos que la naturaleza nos entrega, por sus maravillas y espacios privilegiados para conectar espiritualmente.
Los estados alejados de la paz interior están lejos del momento presente. Se vinculan a pensamientos sobre el futuro o el pasado. Estos pensamientos, a su vez, se relacionan a emociones como el estrés o la ansiedad y la melancolía o la depresión, respectivamente.
El presente nos da la oportunidad de crecer y evolucionar cada día. La paz interior se alcanza con el desarrollo personal, efectivo y diario.
¿Cómo llegar a la paz interior?
La autoevaluación y la reflexión: obtener la paz es un proceso paulatino en nuestras vidas, inicia con la observación y el autoconocimiento. A veces pasa por reconciliarnos y aceptarnos a nosotros mismos, y a las situaciones que no podemos cambiar.
La meditación: así como cuando enfermamos cuidamos de nuestro cuerpo para sanarlo, la meditación es, por mucho, la herramienta fundamental para sanar y gestionar las emociones. Con la meditación, podemos viajar a nuestro ser interior y alcanzar paulatinamente la quietud, la tranquilidad y el centro de nuestro ser, nuestra esencia. La meditación nos transforma para equilibrarnos hacia un propósito elevado; cura nuestra mente, espíritu y cuerpo.
Meditar nos permite traspasar la frontera entre nuestra mente evaluadora -llena de ruido y más analítica-, hacia la mente subconsciente, allí donde residen hábitos negativos y comportamientos atávicos que hemos venido sembrando a través del tiempo y deseamos cambiar para alcanzar y proyectar la paz interna.
La gratitud: la comprensión de nuestro ser interior, nos conduce a la gratitud como principio de vida, agradecer al ser supremo por la creación, a la naturaleza y al universo por sus bondades, además a cada ser y energía positiva que nos rodea. Es imposible alcanzar la paz interior desde la disconformidad, lejos del sentido de gratitud.
El perdón: perdonarnos y perdonar a los otros por cualquier situación discrepante es la mejor vía para culminar ciclos que nos anclan a posturas de freno a la evolución de nuestro espíritu. El perdón nos libera, desprendiéndonos de los escollos que nos amarran al pasado y nos retrasan. A través del perdón, se logra una vida plena sin arrastrar cargas negativas. El perdón es un proceso que pasa por el entendimiento y aceptación del otro, de su complejidad y de su propio proceso de evolución espiritual.
La conciencia: La conciencia de que formamos parte de un todo universal en el que estamos inmersos como en un entramado energético, es muy importante para el progreso y la paz espiritual.
El servicio y la empatía hacia los seres sintientes: si bien la espiritualidad es una búsqueda individual, sus efectos alcanzan dimensiones colectivas. La paz interior irradia bienestar. Dar genera bienestar, está comprobado que los niveles de endorfinas de nuestro cuerpo se incrementan al ayudar a los demás. Por consiguiente, las expresiones de empatía y amor hacia los otros promueven nuestra paz interior. Se vinculan a emociones de alta vibración energética.
Todo lo anterior, acompañado por prácticas habituales de ejercicios de respiración, alimentación sana, ejercicios de yoga y cualquier tipo de terapias holísticas, nos ayuda a ir logrando la paz interior. Del mismo modo, contribuimos con el más relevante propósito colectivo, aportar a la armonía y paz común.
En conclusión
La paz interior no se adquiere de inmediato, es realmente un camino de desarrollo de la consciencia; un estado mental, espiritual y energético. Si bien es importante reflexionar sobre la paz, esta se alcanza a través de hábitos y prácticas espirituales, antes que por reflexiones sobre conceptos (al igual que la sabiduría).
La paz, vista de este modo, está lejos de la idea de hacer un acuerdo de no agresión, en el cual, median intereses específicos del mundo exterior (siempre cambiante, ilusorio y sujeto al apego). Antes bien, la verdadera paz -aunque irradie hacia el exterior-, es siempre la paz interior. Es la otra cara de la sabiduría, se vincula a nuestro proceso de evolución de la consciencia y, por tanto, a nuestro bienestar integral.
La paz interior nos permite canalizar nuestra energía positivamente. Es el resultado de prácticas diarias para el desarrollo espiritual. Una vez conquistada la paz del ser, se disipa el miedo, el sufrimiento y se diluyen las emociones negativas. Finalmente, la paz interior nos permite vivir en armonía plena con el universo.
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El hábito de la paz es, pues, una práctica. Por tal motivo, la paz interior se cultiva. Se podría decir que hay grados de paz interior, del mismo modo que hay niveles de evolución espiritual.
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