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Somos una unidad holística: mente, cuerpo, emociones y espíritu conformando un sistema energético. Estas dimensiones son interdependientes, el desequilibrio de alguna supone el de las demás.

El equilibrio de toda nuestra estructura energética se refleja en la salud y el bienestar, como bien lo han venido avalando recientes investigaciones en el campo de la medicina. Así también, los sistemas funcionales de nuestro organismo se afectan unos a otros. En el organismo, son bien conocidos los desequilibrios sistémicos, cuyos síntomas se manifiestan como enfermedades. A este respecto, una de las relaciones más estrechas e importantes se da entre el sistema nervioso y el sistema biótico.

¿Qué es la microbiota?

Aunque normalmente veamos en los noticieros que hay bacterias y levaduras letales, y, sabemos sobradamente de la letalidad de algunos microorganismos, en realidad, solo son letales si se rompe el equilibrio sistémico de la naturaleza. En efecto, también nosotros estamos llenos de microorganismos vivos cuyo desequilibrio podría ser perjudicial, los probióticos. Dependemos de estos microorganismos, los cuales, normalmente son bacterias y levaduras que están en nuestro cuerpo en relación de simbiosis y que benefician a nuestro organismo (forman parte de nosotros), en tanto que su desequilibrio, se relaciona con diversas afecciones a la salud.

Hoy en día, se sabe que el sistema probiótico o microbiota, ya se empieza a transmitir en la leche materna, la cual, transporta algunos microorganismos benéficos para la salud del bebé desde el sistema digestivo. Estos microorganismos, además, fortalecen las defensas del niño. Y es que hay una estrecha relación entre las defensas de nuestro cuerpo y la microbiota. Así, pues, una microbiota sana, fortalecerá nuestro sistema inmunitario, un dato de especial relevancia en la actual lucha contra el covid-19 -habida cuenta de que el sistema inmunitario es la primera línea de defensa contra la enfermedad (y de que las vacunas dependen de su respuesta). También se sabe que los pulmones y la microbiota se relacionan estrechamente y que esta ayuda a mantener sanos los pulmones.

Los alimentos y el sistema probiótico

Los probióticos se encuentran normalmente en el sistema digestivo y forman parte del microbioma intestinal. Nuestro sistema de probióticos, se genera al ingerir alimentos, y la dieta que mejor se adecúa para un sano equilibrio a este nivel, es una dieta variada, comer a las horas, hacer actividad física suficiente y dormir bien. No obstante que haya personas que puedan requerir dietas especiales o algún tratamiento para restablecer su equilibrio de probióticos por algún motivo determinado, para lo cual, deberán consultar con un especialista médico.

También leer: Alimentación consciente: una mejor forma de alimentarnos. 

Relación entre pensamientos, emociones y microbiota

Nuestros pensamientos y emociones pueden afectar nuestra microbiota. La relación se entiende mejor al saber que el estómago es considerado el segundo cerebro, dada la conexión entre el sistema nervioso y el sistema digestivo; esto es, el sistema nervioso entérico (subdivisión del sistema nervioso autónomo, encargado de regular las funciones del aparato digestivo, favorece la absorción y digestión de nutrientes). Hay neurotransmisores, hormonas y neuronas que transmiten información constantemente del cerebro al sistema digestivo y viceversa. Las frases populares como sentir mariposas o un vacío en el estómago, nos dicen mucho sobre esto.

Así, ante determinadas emociones -las cuales, son afectadas por pensamientos específicos-, no es raro que se desaten reacciones en el sistema digestivo. Estos mensajes que el cerebro transmite al sistema digestivo, por otra parte, pueden modificar la microbiota. En tanto que la microbiota parece tener incidencia en la neuroquímica cerebral.

Bajo este orden de ideas, la composición de la microbiota afecta los niveles de serotonina, el neurotransmisor que se relaciona con niveles de paz y tranquilidad, y que se promueve con la meditación como lo han demostrado múltiples investigaciones.

Para más información leer: ¿Qué nos dice la neurociencia sobre la meditación?

En conclusión

La microbiota interactúa con las emociones, más propiamente con la región del cerebro vinculada a estas. Se afectan mutuamente. La relación de interdependencia entre sistema biótico y las emociones es muy importante. Determinados estados emocionales nos hacen consumir determinados alimentos que a su vez afectan el sistema biótico que está siempre interactuando con el cerebro.

Así, pues, estar emocionalmente estable, en coherencia y en paz, te llevarán a tener una mejor microbiota y, por consiguiente, a fortalecer tu sistema inmunitario.
Herramientas como la meditación y el yoga, constituyen una de las formas más recomendables de adquirir control sobre los pensamientos y emociones. Si necesitas cambiar algún hábito alimenticio que esté afectando tu salud, estas herramientas también serán de invaluable valor. Recuerda que la microbiota va de nuestros hábitos alimenticios, y estos últimos, pueden ser influidos por nuestras emociones.

Una vez más, somos seres integrales, holísticos, nuestro cuerpo, mente, alma y emociones están profundamente interconectados. Conforman un entramado energético en constante intercambio de información. De ahí, la importancia de vigilar constantemente la calidad de nuestros pensamientos para no generar emociones que puedan afectar a nuestro cuerpo.

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