Antes de comenzar a hablar de los péptidos, resulta necesario precisar algunos datos sobre la memoria, la amígdala y el cerebro.
La memoria, juega un papel muy importante en nuestras vidas. Pese a que podemos esforzarnos en recordar algunas cosas, no poseemos total control sobre ella, siendo que su funcionalidad depende de fijar a lo largo del tiempo información que a su vez se asocia a estímulos emocionales. La función de la memoria es, pues, un proceso parcialmente inconsciente. A este respecto, la memoria es evocada por estímulos externos que generan como respuesta recuerdos. De este modo, la memoria a largo plazo está controlada en buena parte por el sistema de emociones; el sistema límbico.
Por otro lado, la amígdala, esa parte del cerebro que se encuentra en lo más profundo de los lóbulos temporales, está conformada por un entramado neuronal que constituye el sistema límbico. Por consiguiente, la amígdala se asocia a emociones fuertes y a menudo negativas como el miedo, la ira, o la tristeza. Además, habida cuenta de la asociación entre emociones y memoria antes señalada, es más fácil recordar eventos que nos hayan generado un fuerte impacto emocional. En efecto, los traumas son difíciles de superar precisamente porque son difíciles de olvidar, en tanto que se pueden rememorar bajo determinados estímulos del presente sin que podamos tener pleno control de este proceso. A estos efectos, sanar un trauma es, en cierto modo, modificar la configuración neuronal de la amígdala dada la neuroplasticidad del cerebro.
A este respecto cabe señalar que la meditación, tal como lo ha demostrado la neurociencia, es muy efectiva a la hora de re-configurar las conexiones neuronales de la amígdala asociadas a emociones negativas. Esto es posible, ya que durante los procesos meditativos conectamos con emociones de frecuencias elevadas y positivas produciendo nuevas conexiones neuronales.
Moléculas de la emoción
Los péptidos, son el lenguaje bioquímico universal de las emociones. Estos, constituyen una familia de sesenta macro-moléculas también conocidas como neurotransmisores, endorfinas, factores de crecimiento, hormonas, etc. Hoy se sabe que los péptidos, conforman una sola familia de mensajeros moleculares.
En la década de 1980 un grupo de neurocientíficos liderados por Candance Pert, -autora del libro “Moléculas de la emoción, por qué sentimos lo que sentimos”-, establecieron que los péptidos, son elementos biológicos que facilitan la comunicación entre tres sistemas fundamentales en nuestro organismo: el inmunológico, el endocrino y el nervioso.
Así, pues, según los investigadores, los péptidos y sus receptores se unen al cerebro, glándulas y sistema inmunitario en una red de comunicación bioquímica que da lugar al sustrato bioquímico de las emociones.
Péptidos, memoria y emoción
Al viajar por todo el cuerpo, los péptidos se convierten en la expresión bioquímica de la memoria, el pensamiento, la sensibilidad del cuerpo, la emoción, los tejidos y los órganos. Gracias a los péptidos cada parte del cuerpo está en contacto con lo que está pasando con el resto de las partes. De este modo, podemos concebir a los péptidos como el internet del cuerpo.
Podemos decir que el hipotálamo es una mini fábrica de diferentes sustancias químicas que se llaman péptidos y cada uno de éstos se corresponde con diferentes emociones. Cada vez que pensamos en algo, el hipotálamo envía la orden de liberar péptidos al torrente sanguíneo. Cómo cada célula tiene receptores de péptidos, los estados emocionales afectan a todo nuestro organismo. Bajo este orden de ideas, a cada péptido se le asocia una emoción específica, habiendo sustancias químicas para el enojo, la tristeza, el estrés, el miedo, el sentido de victimismo, la memoria, y toda emoción humana que pueda ser desencadenada por la interpretación de algún evento que logre rememorar otro evento pasado y, que a su vez, posee una carga emocional.Los péptidos son, en resumen, manifestaciones bioquímicas de las emociones. Según los define C. Pert:
“Los péptidos son hojas de música que contienen notas, las frases y los ritmos que permiten a la orquesta que es el cuerpo, tocar como una unidad integrada y la música resultante es el tono corporal que vivimos como emociones.”
¿Se pueden oler las emociones?
Si bien los receptores olfativos captan las moléculas del aire en lo que percibimos como olores, hoy en día ha surgido la hipótesis entre los investigadores del campo de que también puede captarse información cuántica a través del olfato.
En un estudio de la Universidad de Utrecht, Países Bajos, se determinó que era posible que las personas olfateasen emociones como el miedo o el enojo, dada la emisión de algunas señales químicas. A propósito de esto, no es extraño ver como los animales domésticos pueden captar el miedo y las emociones de las personas a su alrededor, a quienes, dicho sea de paso, suelen olfatear.
En el estudio de la mencionada universidad, el sudor emitido por unos estudiantes en una prueba que les generaba estrés y miedo, era reconocido por otros estudiantes de manera inconsciente, generando un reflejo emocional en ellos similar.
Este hecho, aunado a las neuronas especializadas en acompasar los estados emocionales ajenos, no sólo dan cuenta de nuestra capacidad para empatizar, sino de nuestra integración con un todo más abarcador que nuestra mera individualidad; somos seres sociales y nuestro entorno social nos afecta indefectiblemente.
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Terapias holísticas pueden cambiar nuestra bioquímica
Podríamos decir que los péptidos son mensajeros de las emociones, dado que son macro-moléculas que vibran a una determinada frecuencia energética. Asimismo, toda emoción es una sustancia química grabada holográficamente en la memoria. Por lo tanto, cualquier terapia energética de sanación y crecimiento personal, puede ayudar a equilibrar estas sustancias químicas y en consecuencia nuestras emociones. De este modo, las terapias holísticas tales como la aromaterapia, el reiki o la meditación, la cuales, generan un cambio y un impacto duradero y positivo en nuestros pensamientos y emociones, activan péptidos para extender sus efectos sanadores a las dimensión biológica, espiritual y energética del ser humano.
Los péptidos son, pues, mensajeros bioquímicos y, como tales, son también mensajeros energéticos sobre los que se pueden producir cambios cuando accedemos a procesos de autoconocimiento por medio de las terapias holísticas.
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