La actividad física, como es bien sabido, es necesaria para nuestra salud. Si bien somos un todo compuesto de una dimensión mental, espiritual, energética y biológica, cada una de estas dimensiones afecta a las demás, se encuentran estrechamente relacionadas y son interdependientes. Por consiguiente, la actividad física es necesaria para nuestro equilibrio holístico y bienestar general.
Bajo este orden de ideas, nuestra dimensión orgánica, para su correcto funcionamiento, necesita de actividad física. Cabe pues preguntarse, ¿Cuánta actividad física? ¿De qué manera debe realizarse la actividad física moderada? ¿De qué modo afecta nuestro sistema energético? La respuesta a estas interrogantes se abordará a través de una práctica, la camina consciente.
Muchos pensadores, maestros espirituales y filósofos tenían como práctica habitual dar grandes caminatas. Caminar, para favorecer la reflexión, genera paz en el alma a la vez que fortalece el cuerpo. Asimismo, las caminatas formaron parte de las recomendaciones para mejorar la salud y el bienestar desde la antigüedad. La caminata, se sabe hoy, favorece la segregación de endorfinas, la neurogénesis y mejora las funciones de varios sistemas orgánicos como el cardiorrespiratorio y el endocrino. El ser humano, de hecho, no es muy veloz en comparación a otros mamíferos, pero puede caminar por periodos muy prolongados de tiempo. A este respecto, nuestro cuerpo no solo está adaptado para las caminatas, también las necesita.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda hacer, cuando menos, de 150 a 300 minutos semanales de ejercicio moderado (entre 20 y 40 minutos diarios aproximadamente). Dentro del ejercicio moderado, se incluyen las caminatas. Si además de caminar, lo hacemos en un área verde y cercana a la naturaleza, los efectos de la caminata en nuestro bienestar se van a potenciar por el contacto con la naturaleza, el aire puro del ambiente natural y sus energías renovadoras y sanadoras.
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A este respecto, la caminata consciente es una práctica que busca desarrollar la concentración en el acto de caminar, haciéndonos conscientes de él y, por consiguiente, nos invita a disfrutar de la experiencia del aquí y el ahora, que no es más que educar la mente para experimentar el presente de manera concentrada, potenciando de este modo nuestras energías. Una recomendación es apagar el móvil en los minutos que vayamos a dedicarnos a esta actividad, para así, lograr que sea un espacio de calidad y recarga energética. Así, pues, en la caminata consciente, se suman los beneficios ya conocidos de la caminata con los de la meditación.
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Como se ha dicho, la caminata consciente es, ante todo, una forma de meditación. Prestarle atención al caminar no es muy distinto a prestarle atención a la respiración, siendo que ambos son procesos que realizamos de manera automática. A este respecto, la concentración en la respiración es una de las formas más utilizadas antes de comenzar cualquier tipo de meditación.
Pero la caminata consciente no es la única forma de meditación que involucra la concentración en el movimiento, pues el yoga, es también considerado una forma de meditación en movimiento.
La caminata consciente, al igual que cualquier tipo de meditación, nos ayuda a equilibrarnos energéticamente. Estar en el aquí y en el ahora concentrado por unos momentos potencia nuestras energías y vibraciones energéticas. Por ello, realizar esta práctica en un entorno de naturaleza nos facilita el conectarnos con energías de alta vibración y sentirnos más rápidamente en un estado de armonía, paz y equilibrio.
Si ya te gusta caminar, vas por buenos pasos. Prueba la caminata consciente, quizás es una forma de meditación que se ajusta a tus necesidades. Como se ha mencionado, la caminata consciente favorece nuestro bienestar general y potencia tanto los beneficios de la meditación como los del ejercicio moderado. La clave está en crear el hábito. Empieza por una pequeña caminata, concentrándote en el proceso de caminar.
No hay pasos pequeños cuando se trata de educar la mente a través de la práctica. Si tu mente se distrae y emergen pensamientos mientras caminas, no importa, reconócelos y déjalos pasar, retornando seguidamente a tu punto de concentración inicial, el proceso de caminar. Otra observación importante es que al surgir los pensamientos, detectes la calidad de los mismos, si son negativos, los observas y conscientemente te decides a desecharlos y cambiarlos por positivos. Si ves que te funciona esta forma de meditar y llegas a tu casa sintiéndote mejor, pronto verás los resultados positivos de haber empezado a crear el hábito de la caminata consciente.
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