La paciencia es el arte de la esperanza
¿Te has preguntado alguna vez que se necesita para desarrollar hábitos saludables? La constancia y la paciencia, son dos cualidades para desarrollar hábitos saludables. Sin embargo, cabe preguntarse ¿estas aptitudes que parecen tan naturales en algunas personas pueden desarrollarse? La respuesta es, claro que sí.
Paciencia y constancia: cualidades de la sabiduría
La paciencia, es la espera que permite mantener la esperanza. Tanto en oriente como en occidente, la paciencia es considerada una virtud propia de los sabios. Ser paciente es, en cierto modo, entender que nada es permanente en el universo -habida cuenta de que todo es energía en constante movimiento y cambio. Dicho de otro modo, la paciencia es saber esperar sin angustia ni ansiedad, entendiendo que todo fluye y que todo está en el orden perfecto.
La paciencia atañe de suyo la perseverancia, la aceptación y el auto-control, siendo todas estas, cualidades que desarrollamos cuando entramos en procesos de introspección y auto-conocimiento por medio de diferentes herramientas como la meditación o las terapias alternativas.
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Se requiere, pues, constancia para implementar hábitos que te generen bienestar y que te permitan vivir mejor en el presente, aceptación para entender el para qué de las cosas y sus tiempos propios (sus ciclos), su impermanencia subyacente, autocontrol para entender, no juzgar, y, finalmente, soltar las emociones negativas que nos embargan y que nos pueden hacer ahogarnos en un vaso de agua cuando en realidad, siempre existe la opción de ver el vaso medio lleno, o de enfocar las situaciones desde otra perspectiva.
Hábitos y calidad de vida
Los hábitos, atañen a nuestros modos de vida. Los comportamientos guiados por nuestros hábitos se llevan a cabo en piloto automático. Están tan arraigados en nuestro día a día y nos afectan tanto, que muchas veces al hablar de nuestra personalidad y carácter, les atribuímos alguno de nuestros hábitos como rasgo definitorio de nuestra identidad y personalidad.
De igual modo, los hábitos -que se inscriben en nuestra conducta desde una temprana edad a través de la educación familiar y en el proceso de socialización dentro de la comunidad-, también terminan definiendo nuestro estado de bienestar. Así, pues, quizás no haya nada que defina más claramente nuestro presente y nuestro porvenir que nuestros hábitos. Son sumamente importantes pese a que a veces no tenemos plena consciencia de su impacto en nuestra calidad de vida, o bien, los hemos naturalizado de tal modo que no logramos advertirlos. Pero ¿cómo podemos adquirir o modificar un hábito?
Cambiar nuestros hábitos requiere de paciencia y constancia en buenas dosis. Cultivar o transformar un hábito requiere esfuerzo y dedicación, pero no hay nada que genere más frutos y se exprese de forma más palpable en nuestro bienestar que adquirir hábitos saludables. Lo más importante de todo es que -pese al esfuerzo que involucra-, adquirir hábitos que nos generen bienestar y transformar aquellos con los cuales ya no nos sentimos cómodos, está al alcance de todos.
Para crear o transformar un hábito es necesario cultivar la paciencia y la constancia pero ¿cómo puedo desarrollar estas aptitudes?
La meditación, el yoga o cualquier tipo de terapia holística, resultan ser excelentes herramientas para ayudarnos a desarrollar estas cualidades generando un hábito que nos aporta bienestar general. Puede incluso ayudar a modificar los patrones químicos de nuestro cerebro y, por consiguiente, su expresión en nuestro organismo.
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Muchas creencias espirituales incorporan prácticas específicas para desarrollar la paciencia y la constancia. Los monjes budistas tibetanos, por ejemplo, tienen una práctica meditativa para desarrollar la paciencia y la constancia basada en la creación de un mandala elaboradísimo de arena, que les lleva alrededor de una semana. Luego, para asimilar la impermanencia y el desapego, lo destruyen. Si bien es cierto que prácticas como la meditación o el yoga ya se tratan de hábitos a desarrollar que requiere de disciplina y constancia, también son excelentes herramientas para adquirir estas capacidades.
El kaizen, puede ser una buena aproximación para comenzar a meditar. Es la filosofía japonesa de la mejora continua aplicada a la adquisición de hábitos. Vencer la inercia de la rutina requiere de dar pequeños pasos cada día. Su impacto es más duradero y profundo que hacer algo de manera intensiva durante un día, quedar exhaustos y abandonar totalmente esta actividad al advertir que no podemos seguir el ritmo inicial, siendo que normalmente el entusiasmo que tuvimos al principio es difícil de mantener de manera prolongada.
Paso a paso, con constancia y paciencia.
A veces el primer paso es el más difícil. Esto es así, precisamente porque somos seres de hábitos. Nos genera miedo y rechazo a la vez, salir de nuestra zona de confort, la cual, está representada por nuestros hábitos, costumbres y circunstancias que podemos reconocer como familiares. La novedad nos intriga y nos asusta al mismo tiempo, como parte de nuestro sentido de auto-conservación.
Si podemos combinar el kaizen (ir poco a poco, dando pasos pequeños) con la meditación u otra terapia alternativa que cultive la paciencia y la constancia, podremos modificar hábitos y adquirir otros nuevos que consideremos valiosos para mejorar sustancialmente nuestra calidad de vida.
La dinámica es parecida a la forma en la cual ejercitamos nuestro cuerpo. Comenzamos de a poco para, progresivamente, conforme nuestro cuerpo se va adaptando y nos lo va pidiendo, exigirle más de manera natural. Llegado este punto, habremos creado un hábito. En efecto, antes de caminar comenzamos gateando para luego dar unos pocos pasos. Conviene, pues, ser menos autocrítico con nuestros avances, tenernos paciencia y mantener una actitud abierta, tal como la que tienen los niños al aprender cualquier cosa; y, asimismo, ante cualquier logro, felicitarnos por la constancia.
Proponte una meta modesta como, por ejemplo, meditar 5 minutos una vez a la semana por dos semanas, luego aumentas a dos veces las siguientes semanas, y así, poco a poco, vas creando el hábito de meditar. Luego, con el tiempo, sí con esta práctica sientes bienestar, notarás como de manera natural querrás seguir meditando y progresando en la meditación.
La paciencia y la constancia son cualidades que todos poseemos, solo hemos de desarrollarlas y practicarlas para activarlas y potenciarlas. Si el hábito diferente que queremos incluir en nuestra vida tiene que ver con el bienestar, sentirnos en paz y en calma, te recomiendo la meditación o cualquier tipo de terapia alternativa que te llame la atención, la mayoría, incluyen algún tipo de meditación.
La paciencia y la constancia son cualidades que nos ayudan para desarrollar la resiliencia. No te pierdas del artículo: La resiliencia: una cualidad a desarrollar
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