Los septenios.
“En el círculo se confunden el principio y el fin”
Heráclito de Éfeso.
Entendemos como ciclo de vida el movimiento circular, presente durante toda nuestra evolución como seres humanos. Estas etapas se inician al nacer, hasta llegar el término de nuestra vida terrenal, momento en el que se dará inicio a un nuevo ciclo de vida.
Estos cambios, en el orden energético, emocional, espiritual y físico, están presentes en todos los procesos vitales, sin excepción, sujetos a los ciclos biológicos regidos por el ritmo circadiano.
En el año 1923 del siglo XX, el filósofo y educador austriaco Rudolf Steiner (1861-1925), funda en Europa la Escuela de Ciencias Espirituales de la Sociedad Antroposófíca.
Posteriormente, Steiner promulga la ley de la antroposofía, cuyo pilar fundamental plantea la teoría los septenios, que sostiene que la evolución de la conciencia del ser a lo largo de su vida, está determinada por periodos de siete años.
En esta corriente de la antroposofía confluyen ideas como la ley del Karma, la reencarnación y la teoría de los cuerpos. Así, en cada uno de los septenios, nuestro espíritu, mente y cuerpo evolucionan cincelados por experiencias positivas o contrariamente, por crisis personales, que nos conducen en el mejor de los casos al cambio y la evolución espiritual.
Es decir, en cada uno de los septenios o periodos evolutivos están presentes los cambios energéticos, espirituales, psicológicos y físicos que determinan lo que somos y lo que llevaremos con nosotros a nuestra próxima reencarnación.
Esta filosofía se fundamenta en la regla de que los seres humanos pertenecemos a tres mundos, el físico, el espiritual y el álmico, al llegar el momento de la partida física, el cuerpo espiritual y el alma se fusionan.
De este modo, al momento de retornar en una forma física diferente – reencarnar-, seremos portadores de la carga espiritual de las existencias anteriores, abordando esta nueva existencia instintivamente, de acuerdo al aprendizaje acumulado en cada uno de los septenios de esta y otras vidas espirituales. Aunque conscientemente, no poseamos recuerdos de ninguna de ellas.
Siendo el número siete una cifra mística y poderosa, podemos ver como también los ritmos de los ciclos naturales respetan la subdivisión en múltiplos de siete.
Si bien los septenios son etapas que nos definen, también puede darse que una persona desarrolle a muy temprana edad o a una avanzada edad, estados de conciencia y crecimiento espiritual evolucionados.
Iniciamos al nacer con los tres primeros septenios o los septenios del cuerpo.
Pues, si bien, por una parte, estos tres septenios están centrados en el desarrollo corporal, es el momento de nuestras vidas en que se siembran las raíces definitorias de nuestro ser emocional y espiritual en la vida adulta.
Si estas raíces son sembradas en terrenos abonados por la espiritualidad, el desarrollo de la compasión, la felicidad y el amor, esto conducirá, con éxito, las etapas venideras para la conexión con el ser interior.
El siguiente ciclo de septenios, es conocido como los septenios del alma, abarca desde los 21 hasta los 42 años, en esta etapa generalmente se inician los ciclos de espiritualidad y búsqueda de la conciencia.
A partir del séptimo septenio se les denomina los septenios del espíritu, y van desde los 42 años en adelante.
Así, en adelante, nuestro cuerpo y espíritu irán cruzando diferentes etapas hasta cumplir con nuestro ciclo total de vida.
El universo lo abarca todo, antes del universo no existía ni el tiempo, ni el espacio, ni la materia. De igual manera, que los elementos físicos de nuestro cuerpo surgieron del proceso de formación del universo, igualmente lo hizo nuestra dimensión espiritual.
Es por esto, que de cierto modo, nuestro espíritu es tan antiguo como el universo. Igualmente, en cada una de las múltiples formas y en todos los procesos de la creación, encontramos la expresión de la divinidad.
Además, esta expresión espiritual está presente en cada una de las etapas por las que atravesamos durante nuestra existencia física. Es de esta manera, como las diferentes etapas de nuestra evolución espiritual forman parte y son reflejo de ese maravilloso plan de la creación.
Basados en estos principios universales, la teoría de los septenios nos ayuda a comprender el orden universal. Nos enseña, a través del autoconocimiento cada una de las fases que nos corresponderá asumir en el camino a recorrer hacia la evolución espiritual.
Conocer este orden evolutivo de las personas nos ofrece la posibilidad de aportar consciente y positivamente en los procesos de crecimiento espiritual con amor, empatía, compasión y solidaridad. Permite alimentar y escuchar la voz de la conciencia, por otra parte, conectar con el ser interior en el camino hacia nuestra evolución espiritual.
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