La luna es el satélite natural de la tierra. Así, mientras gira sobre si misma también orbita la tierra. A medida que la luna orbita la tierra, cambia su iluminación pasando de estar totalmente iluminada a verse totalmente oscura y difícil de distinguir en el firmamento.
Este fenómeno se produce puesto que la luna, que no posee luz propia sino que refleja los rayos del Sol, muestra su lado oscuro y luminoso según el lugar de la tierra desde donde se le mire y la posición en la que se encuentre en su recorrido elíptico alrededor de la tierra. Por consiguiente, las fases lunares no son las mismas en el hemisferio norte que en el hemisferio Sur de la tierra. Dicho de otro modo, las fases de la luna dependen de la perspectiva y la ubicación geográfica del observador terrestre.
¿Cuánto duran los ciclos lunares?
Los ciclos lunares duran alrededor de 29,5 días durante los cuales se observan todas las fases lunares. Asimismo, cada fase lunar tiene una duración aproximada de 7,4 días, aunque dichas fases lunares varían según la latitud desde la que se les observe.
La luna en la cultura y la simbología
Después del Sol, la luna es el astro celestial más visible desde la tierra. Un sinnúmero de sociedades alrededor del mundo le han dado una connotación sagrada y le han incorporado dentro de su cosmogonía y creencias mágico-religiosas, habiendo ocupado un lugar de gran importancia dentro de la astrología occidental.
Así, por ejemplo, mientras en la mitología griega Selene era la Diosa lunar, en la mitología egipcia estaba representada por el Dios Jons. No obstante su género, en las distintas mitologías alrededor del mundo, la luna siempre ha sido un símbolo de la fertilidad de la tierra, la germinación y la fecundidad.
Por otro lado, lo femenino, la intuición, las emociones y los procesos subconscientes siempre han sido adjudicados a la Luna dentro de las representaciones sociales modernas.
Vibraciones lunares
La luna, como cualquier cuerpo en el universo, no sólo genera una fuerza gravitatoria que ejerce directamente sobre la tierra (y viceversa) sino que vibra a una determinada frecuencia. Así, pues, este cuerpo celeste tan importante en las tradiciones y saberes ancestrales, es también un elemento cuya frecuencia incide de algún modo sobre la tierra y los seres vivientes que la habitan.
¿Cómo nos afecta la luna?
La luna -que duda cabe- afecta a la tierra. Desde las mareas (afectadas por la gravedad de la luna y sus fases) hasta los bioritmos de los animales, la luna parece incidir sobre la vida en la tierra.
Pero la luna puede afectar también nuestras emociones, estados de ánimo y, por consiguiente, nuestras acciones -habida cuenta de que estas vienen precedidas de pensamientos y emociones.
Según Mark Filippi, doctor y desarrollador del método somático, las fases lunares se asocian a
cuatro neurotransmisores según la fase lunar: acetilcolina en la primera semana; serotonina en la segunda semana, dopamina en la tercera y norepirefirna en la cuarta y última semana del ciclo lunar. Todos estos neurotransmisores inciden en nuestros estados de ánimo, e incluso, en nuestros procesos cognitivos.
En síntesis, la frecuencia vibratoria de la luna incide sobre nuestra mente, emociones y deseos. Los ciclos de la luna dan cuenta pues de la interacción entre el cuerpo, la mente y su unidad cósmica con el todo.
Fases de la luna y actividades favorables
Dentro de los saberes y las tradiciones, se cree que la luna es favorable o desfavorable para determinadas actividades según la fase en la que se encuentre.
La luna nueva:
Es favorable para comenzar proyectos y desfavorable para intervenciones quirúrgicas, cortes de cabello o negociaciones.
Luna creciente:
Se dice que esta fase es recomendable para iniciar proyectos vinculados a asuntos sentimentales, cortes de cabello, dietas para ganar peso y actividades vinculadas a la jardinería y las cosechas.
Luna llena:
Esta fase de la luna aporta mucha energía psíquica. Es una fase que favorece la fertilidad y los tratamientos de sanación y rehabilitación.
Luna menguante:
En esta fase, las vibraciones de la luminaria celeste son ideales para cerrar ciclos de cualquier tipo.
En conclusión, la luna emite una frecuencia vibratoria que influye en nosotros y en nuestras emociones, que son energía en movimiento, por lo tanto, emisoras también de una frecuencia vibratoria.
Haciendo un paralelismo con este astro, también nosotros tenemos un lado oscuro y uno luminoso.
Como recomendación, si nos sentimos de alguna forma conectados con la luna y sus ciclos, los eclipses son buenos para trabajar en nuestro autoconocimiento, en las emociones a flor de piel y en las relaciones interpersonales. Es un buen momento para transformar toda esa energía acumulada en creatividad, expresión y construcción para nuestra vida.
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