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¿Existe alguna relación entre los ciclos de la luna, nuestros procesos biológicos y nuestro estado de ánimo? ¿Puede nuestro satélite natural afectar nuestra disposición para realizar algunas actividades en determinados momentos del mes?

Para las civilizaciones antiguas, la vida estaba inexorablemente ligada a los fenómenos astronómicos. El ser humano, siempre ha observado a las estrellas y se ha maravillado con sus misterios. Así, pues, a partir de la observación de los astros surgen diversas formas de astrología alrededor del mundo que se entremezclan con los mitos y creencias de diversas sociedades, y cuyo propósito ulterior es el de predecir. Leer el devenir en los astros, que la simple observación del firmamento parecía vincular con procesos como las estaciones o las crecidas de ríos y lagos.

Los procesos astronómicos, entremezclados con mitos y creencias de orden mágico religioso, buscaban ser una guía para una vida sana, conectada con el universo y para el bienestar general. De este modo, la luna ha jugado un papel muy importante para diversas sociedades a lo largo de la historia. Hoy se sabe que la luna acompasa los procesos de los ecosistemas: controla los ciclos de las mareas y se asocia a los periodos de ovulación y de reproducción de muchas especias animales, siendo que también nos afecta a nosotros.

ciclos lunares

Cronobiología y ciclos lunares

La cronobiología, busca determinar la relación entre el tiempo y los procesos biológicos de los seres vivos, su salud, disposición y ciclos vitales. Según esta disciplina, existen relojes biológicos internos, en los organismos, que interactúan con el entorno. La articulación de los procesos biológicos con sistemas más abarcadores (como el sistema solar), no es más que la unidad del todo con sus partes.

Dicho de otro modo, los ciclos biológicos son el producto de la adaptación biológica de los organismos a variables medioambientales tales como los ciclos del día y de la noche. Dichos ciclos, a su vez, cambian de una estación a otra y dependen de la latitud en la que se desarrollen los organismos.

La modernidad y el acelerado ritmo de vida moderno, nos ha alejado de aquella noción del tiempo más vinculada a los ciclos naturales. La percepción del tiempo es, pues, cultural. Esta noción moderna del tiempo como una variable externa a procesos naturales más abarcadores, viene acompañada de otras formas de desconexión con el medio ambiente que nos rodea, y que termina generando desequilibrios estructurales que nos afectan en nuestra dimensión espiritual, energética y material.

La luna y neurotransmisores

Según Irving Dardik, Joel Robertson y David Goodman -quienes han investigado sobre la relación de los ciclos lunares con nuestro comportamiento-, los ciclos lunares se asocian fundamentalmente a cuatro neurotransmisores: acetilcolina, la serotonina, la dopamina y la norepinefrina.

Los neurotransmisores, son sustancias químicas que llevan información de una neurona a otra a través del espacio sináptico. Según Dardik, Robertson y Goodman, cada uno de estos cuatro neurotransmisores se encuentra en auge según la semana del mes y, por tanto, según la fase lunar. Por consiguiente, predispone a determinadas emociones y actitudes que pueden favorecer la realización de determinadas tareas, en tanto que pueden desfavorecer hacer otras actividades.

Vibraciones energéticas y astros celestes

ciclos lunaresTodo vibra a una determinada frecuencia y los astros celestes de los que depende la tierra -el sol y la luna-, no son la excepción. La tierra y sus seres vivientes reciben su luz, su energía y acompasan sus frecuencias vibratorias, que nos afectan indefectiblemente. Así, pues, nuestra integración a entornos más abarcadores como los entornos naturales o el sistema solar, quizás sea algo que perdemos de vista debido a los modos de vida modernos y al antropocentrismo. No obstante, mientras más equilibrada y sintonizada esté nuestra forma de vida y nuestra sociedad humana a la energía y a la armonía con el universo, más se verá favorecido nuestro bienestar personal, comunitario y nuestra supervivencia como especie, en un mundo globalizado en el que nada de lo que suceda en otras latitudes nos deja de afectar. Ante la naturaleza, qué duda cabe, somos frágiles y vulnerables. La naturaleza no nos necesita, continúa sus procesos y ciclos naturales con o sin nosotros. Somos nosotros los que necesitamos de ella por cuanto somos parte de ella, somos parte del todo.

Bajo este orden de ideas, observar los ciclos y procesos naturales y adaptarnos a ellos introduce una visión de la naturaleza distinta que nos ayudará a nuestro bienestar general. Advertir los efectos de los ciclos de la luna sobre nuestro ánimo es un buen comienzo. Esto puede potenciarse si viene acompañado de prácticas como la meditación, sintiendo durante la misma empatía y consciencia hacia el universo, el planeta, la naturaleza misma y todos los recursos que nos ofrece y de los que depende nuestra supervivencia.

Hacer algunas actividades adaptadas a los ciclos de la luna puede ser de gran ayuda para sentirnos en coherencia de vibración con este astro. También, más allá de los estudios de diferentes personas, simplemente sentir lo que cada fase lunar nos transmita, puede ser otra opción.

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