Las preocupaciones, son parte de la vida moderna. Estar preocupado constantemente es visualizar el peor escenario posible. Los escenarios y amenazas que desencadenan nuestras preocupaciones, además, rara vez ocurren, pero de igual forma afectan nuestra calidad de vida, generan estrés.
Ahora bien, si las preocupaciones son, básicamente, pensamientos negativos o angustiantes, podemos controlar esos pensamientos de tal manera que no nos controlen?
La paradoja del control y la energía de la tranquilidad
Estar preocupado, tal como lo señala Enrique Simó, puede parecer estar realmente ocupado, pero esto no es así (es pre-ocuparse, ocuparse antes de que ocurra un evento que se considera amenazante). El estrés y la adrenalina que devienen de la preocupación intoxican el cuerpo, si bien, en pequeñas dosis, forman parte de un proceso natural y mecanismo de defensa y supervivencia del ser humano en el paleolítico. Hoy en día no existe esa constante amenaza de depredadores, no obstante, los niveles de estrés son mayormente producto de las preocupaciones y amenazas imaginarias.
La paradoja del control, es una propuesta muy interesante del estoicismo que nos dice que debemos discernir muy bien sobre aquello que está en nuestro control, y lo que no. Si hay algo sobre lo que podemos tener un efecto, vale la pena preocuparse, pero sobre aquello que no tenemos ningún control, la preocupación es totalmente esteril.
Así pues, dejar de preocuparse por aquello sobre lo que no se tiene control, es el marco de pensamiento correcto para impedir que la preocupaciones afecten nuestra calidad de vida.
El propósito y la constancia, la persistencia en el propósito
La única forma de incorporar un hábito, es la repetición. Así, por ejemplo, todos sabemos que el deporte es bueno, y eso no es suficiente para que alguien comience a ejercitarse de algún modo.
Lo que se necesita, en realidad, es constancia, persistencia y práctica continuada. La motivación para comenzar es un trabajo interior.
En este orden de ideas, la meditación nos ayuda a controlar el fluir incesante de pensamientos, a verlos como algo externo y, por tanto, a detectar nuestras preocupaciones desde el punto de vista de un observador externo.
La meditación es increíblemente poderosa para controlar las preocupaciones, pero crear el hábito de meditar no es tan sencillo. Te recomiendo que pruebes 5 minutos durante un mes, cada día, en un lugar tranquilo, para comenzar a meditar. Aquí, la constancia más que la intensidad de las meditaciones son la clave.
¿Cómo la meditación puede ayudarnos a vivir sin preocupaciones?
La meditación puede ayudarnos a vivir sin preocupaciones de varias maneras:
-Nos ayuda a centrarnos en el presente. Cuando estamos preocupados, nuestra mente está constantemente divagando en el pasado o en el futuro. La meditación nos ayuda a centrar nuestra atención en el momento presente, donde podemos apreciar la belleza de la vida y dejar ir las preocupaciones.
-Nos ayuda a aceptar las cosas como son. Cuando nos preocupamos, estamos resistiéndonos a lo que es. La meditación nos ayuda a aceptar las cosas como son, sin juzgarlas. Esto nos libera de la tensión y el estrés de la resistencia.
-Nos ayuda a desarrollar una actitud de gratitud. Cuando meditamos, nos centramos en las cosas buenas de nuestras vidas. Esto nos ayuda a desarrollar una actitud de gratitud, que nos lleva apreciar lo que tenemos y a preocuparnos menos por lo que no tenemos.
¿Cómo empezar a meditar?
Si estás interesado en empezar a meditar, hay muchas maneras de hacerlo. Puedes encontrar clases de meditación en tu comunidad o puedes aprender a meditar por tu cuenta.
Aquí hay algunos consejos para empezar a meditar:
-Elige un lugar tranquilo y cómodo para meditar.
-Empieza con sesiones cortas de 5 o 10 minutos.
-Concéntrate en tu respiración o en un objeto o sonido específico.
-Si te distraes, vuelve a centrar tu atención en tu respiración o en el objeto o sonido específico.
-Con la práctica regular, la meditación puede ayudarte a vivir una vida más plena y pacífica, libre de preocupaciones.
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