El presente es el único momento en el que realmente podemos vivir. El pasado ya pasó y el futuro aún no ha llegado. Sin embargo, a menudo nos encontramos atrapados en el pasado, preocupándonos por lo que sucedió o lamentándonos de lo que pudimos haber hecho. O, por el contrario, nos proyectamos hacia el futuro, imaginando lo que podría pasar o preocupándonos por lo que podría salir mal.
En el siguiente artículo se hablará sobre el vivir en el presente, desde una perspectiva espiritual.
La mente que proyecta y recuerda experiencias
El ser humano, entre todas las criaturas de la Tierra, tiene una capacidad única para fantasear sobre el futuro y rememorar el pasado. Se podría decir que es parte de su evolución y, por consiguiente, de su desarrollo cerebral. No obstante, una mente con tal capacidad es como un caballo desbocado. La mente sin control, nos puede llevar a sufrir eventos de hace diez años, o padecer por un evento futuro incierto. Dicho lo dicho, concentrarse en el presente -sin necesidad de negar nuestra capacidad humana de evocar, fantasear y proyectar-, nos permite un mayor control emocional, liberándonos de apegos y lastres. Existen muchos seres vivientes que viven más cerca del presente que los humanos -por ejemplo, nuestras mascotas-, es por esta razón que vivir en el presente en el ser humano comporta una connotación diferente: va de controlar la mente y liberar los apegos, más que volver a una fase de evolución de la conciencia previa a la humanidad.
Vivir en el presente es una práctica espiritual que nos ayuda a conectarnos con el momento presente y a experimentar la vida plenamente. Cuando vivimos en el presente, estamos abiertos a la experiencia, conscientes de nuestros pensamientos y sentimientos, y presentes en nuestro cuerpo.
Una mente desocupada suele alejarse del presente
Dejar ir el pasado, significa que el pasado -o bien, nuestra energía canalizada en nuestras memorias pues aun la evocación del pasado se da en el presente-, no tenga tanta influencia en el día a día. La clave, según Guillermo Simó, es conectar con una experiencia espiritual más allá de nuestra historia como cuerpo físico.
Así, pues, cuando la mente está libre puede no irse hacia los mejores lugares, divaga en experiencias u emociones negativas del pasado atadas al ego que consumen muchísima energía, o fantasea con un futuro incierto que puede generar estrés y ansiedad. No obstante, antes que poner la mente en blanco se trata de ocupar la mente en un trabajo que ayude a generar un buen estado interior. Bajo este orden de ideas, estar en el presente no es solo tener la atención plenamente puesta en lo que hacemos, sino también que ese elemento que captura nuestra atención contribuya a nuestro bienestar holístico y desarrollo espiritual. A este respecto, la meditación resulta quizás la herramienta más útil pues se ejercita la mente para estar en el presente, pero en un estado de conciencia elevado y de altas vibraciones energéticas.
Haciendo uso útil de esa energía maravillosa que son los pensamientos en atención plena, los pensamientos del pasado no tienen espacio: “cuando la mente está ocupada y los pensamientos del pasado llaman a la puerta, se deben posponer” apunta Simó. Estar ocupado es visto desde un punto de vista material y productivo en nuestra sociedad, sin embargo, aquí Simó habla de una mente ocupada como una dirección de pensamientos concentrados y positivos -habida cuenta de que aún en alguna actividad productiva en un sentido laboral, nuestra mente podría divagar.
Vivir en el presente tiene muchos beneficios espirituales. Nos ayuda a:
- Reducir el estrés y la ansiedad. Cuando nos preocupamos por el pasado o el futuro, estamos creando estrés para nosotros mismos. Vivir en el presente nos permite soltarnos de esas preocupaciones y centrarnos en el momento presente.
- Mejorar nuestra concentración y atención. Cuando estamos presentes en el momento presente, somos más capaces de concentrarnos en la tarea que tenemos entre manos. Esto nos ayuda a ser más productivos y eficientes.
- Apreciar la belleza de la vida. Cuando estamos presentes en el momento presente, somos más capaces de apreciar la belleza de la vida que nos rodea. Podemos disfrutar de una caminata por el parque, de una comida deliciosa o de la compañía de nuestros seres queridos.

Vivir en el presente es una práctica que se puede aprender y desarrollar. Aquí hay algunos consejos para ayudarte a comenzar:
- Practica la atención plena. La atención plena es la práctica de prestar atención al momento presente sin juzgar. Hay muchas formas de practicar la atención plena, como la meditación, el yoga o simplemente caminar sin prisa y concentrad@ en la caminata.
- Sé consciente de tus pensamientos y sentimientos. Cuando te encuentres pensando en el pasado o el futuro, tómate un momento para darte cuenta de lo que estás pensando y sintiendo. Luego, vuelve tu atención al momento presente.
- Vive en tu cuerpo. Cuando estás presente en tu cuerpo, estás más conectado con el momento presente. Presta atención a tu respiración, a tus sensaciones corporales y a tus movimientos.
Vivir en el presente es un camino de transformación espiritual. Cuando aprendemos a vivir en el presente, nos liberamos de las preocupaciones del pasado y del futuro. Podemos experimentar la vida plenamente y encontrar la paz y la felicidad que buscamos.
Vivir en el presente: la mirada del budismo
Las religiones y filosofías orientales, son las que han trabajado más sobre el vivir en el presente. En el vasto océano de tradiciones budistas, el vivir en el presente encuentra un anclaje profundo y filosófico. No es solo un consejo de autoayuda, sino un pilar de la práctica y de iluminación. Veamos cómo se entrelazan estos conceptos en el mundo del budismo.
La Rueda del Samsara: la rueda del Samsara es un ciclo de nacimientos, vida, muertes y renacimientos, en dicho ciclo la evolución espiritual va de la mano del trascender los apegos. Y en qué se relaciona el apego con la dificultad para vivir el presente, pues la raíz de este sufrimiento es el anhelo, el aferramiento a deseos e inquietudes que nos alejan del presente. Podemos aferrarnos a recuerdos y anhelos, al pasado y al futuro. Cuando estamos atrapados en el pasado, nos arrepentimos o añoramos lo que fue. Cuando nos precipitamos al futuro, nos atormenta la ansiedad o la ilusión. Así, nos perdemos de la única realidad existente: el aquí y ahora.
Atención Plena (Mindfulness): La clave para liberarnos del Samsara, entonces, es cultivar la atención plena. En pali, se llama “Sati”, y en sánscrito, “Smriti”. Esta práctica nos entrena para anclar nuestra conciencia en el momento presente, observando nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos. Es como poner un ancla en medio de un río turbulento, encontrando estabilidad en la corriente del samsara.
Vipassana y Samatha: La meditación Vipassana es una poderosa herramienta para cultivar la atención plena. A través de la observación de la respiración y las sensaciones corporales, entrenamos la mente para permanecer centrada en el presente. De la misma manera, la meditación Samatha desarrolla la concentración, aquietando la mente para que pueda reposar en el instante actual con mayor claridad.
Impermanencia: La impermanencia, otra enseñanza fundamental del budismo, nos recuerda que todo cambia constantemente. Afanarnos por aferrarnos al pasado o al futuro es como intentar sujetar la arena en nuestras manos. En cambio, al vivir en el presente, abrazamos el flujo natural de la existencia, encontrando paz y aceptación en cada momento.
Compasión: Vivir en el presente no significa ignorar el pasado o el futuro. Al observar nuestros pensamientos y emociones sin juicio, podemos desarrollar compasión hacia nosotros mismos y hacia los demás. Entendemos que todos estamos atrapados en la rueda del samsara, y que la liberación es un camino que transitamos juntos.
Vivir en el presente, según la tradición budista, no es una meta lejana, sino una práctica constante. Cada respiro, cada movimiento consciente, es una oportunidad para liberarnos del sufrimiento y abrazar la paz del ser en el aquí y ahora. Es un camino de exploración interior, de observación sin juicio, y de compasión por toda la existencia.
Ya sea que estés comenzando tu viaje espiritual o profundizando en la práctica budista, el vivir en el presente es una brújula que te guiará hacia la paz y la liberación. Recuerda, cada momento es una oportunidad para despertar a la realidad del aquí y ahora, y encontrar así la verdadera esencia del ser.
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