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Existen muchos tipos de meditaciones con diferentes técnicas de respiración y podemos elegir entre los que más se adecuen a nosotros. La meditación es una práctica fundamentalmente holística, pues incorpora el desarrollo de la mente, el cuerpo, las energías y el espíritu a la vez. Pero la meditación es también una práctica milenaria desarrollada por sabios de muchas latitudes a lo largo de la historia. En efecto, muchas culturas y civilizaciones lograron advertir los beneficios de esta práctica, y la incorporaron como un hábito espiritual para promover la salud y la evolución espiritual.

La meditación egipcia es una práctica de meditación desarrollada por los antiguos egipcios. El objetivo de esta meditación -al igual que el de cualquier otro tipo de meditación-, es relajar la mente, el cuerpo y el alma. En el siguiente artículo nos adentraremos sobre este avance espiritual dentro de la civilización egipcia.

Los libros de las respiraciones

En mayo de 1894, fue llevado al Museo Field de Historia de Chicago, un antiguo papiro egipcio, el cual, fue adquirido por un coleccionista Edward Ayer. El papiro, según los estudiosos y analistas del tema es un libro funerario que versa sobre las respiraciones; su nombre, el Primer Libro de las respiraciones. La autoría del libro, dentro de la cosmovisión Egipcia, se le atribuye a la Diosa Isis. En el libro, la respiración es una metáfora de la vida, de sus diferentes etapas y procesos.

La medicina antigua egipcia, está muy ligada a la respiración. La cultura egipcia le daba énfasis a la medicina y a la salud, e incluso, se sabe por los papiros antiguos que había centros médicos públicos y una indemnización para los trabajadores lesionados en plena faena, algo así como un servicio de seguridad social antiguo. Hay registros de la descripción de cuadros clínicos que conocemos hoy, pero su abordaje de la medicina era fundamentalmente holístico, se debía sanar tanto el alma como el cuerpo. La creencia en el alma era uno de los ejes fundamentales de los ritos funerarios, sobre todo en la momificación, pues se pensaba que el alma podía regresar al cuerpo.

El masaje, la terapia musical y el reiki, además de los diferentes tipo de respiración, también formaban parte de las técnicas usadas dentro del abordaje egipcio de la salud. Incluso, tenían un gran desarrollo de la cosmética, la cual, no obedecía solo a motivos estéticos, la articulaban con su simbología religiosa y ritual.

El kabash, la sabiduría del antiguo Egipto

La meditación egipcia estaba incluida dentro del kabash, un saber muy antiguo manejado por los sacerdotes del Nilo, el cual, se destinaba a la superación del ser humano en todos sus aspectos; físico, espiritual, mental y energético. En el antiguo Egipto, la meditación se practicaba por sus propiedades curativas. Se utilizaban diversas técnicas, como ejercicios de respiración y visualización. La meditación egipcia fue usada por esta civilización para estimular los centros energéticos del cuerpo según el mapa del aura.

La palabra kabash se compone de dos vocablos de la lengua egipcia, kabash que significa recibir, y esh o ash, que significa fuego de luz. Muchos creen que el kabash egipcio es el origen de la cábala.

El kabash, fue un antiguo conocimiento resguardado por los sacerdotes egipcios, cuyo principal objetivo fue la superación integral del ser humano. Se dice que guardaba secretos sobre la energía humana, las fuentes de energía humana y cómo desarrollarlas. Esta forma de sabiduría antigua, se centraba en la dinámica energética; generar energías positivas a través de la práctica de la meditación y de posturas corporales similares al yoga, que eran acompañadas de mantras llamados dabraká fundamentalmente. Así, pues, el dabraká se unía a movimientos corporales, teniendo un impacto bioenergético que promovía la salud y la estimulación de centros energéticos.

La meditación de los egipcios no difiere sustancialmente del mindfulness que conocemos hoy, si bien el dabraká abarca otras formas de meditación en movimiento más parecidas al yoga, como se ha mencionado antes.

Si quieres comenzar a meditar, para empezar, busca un lugar tranquilo donde no te molesten otras personas ni ruidos. Puedes comenzar conectándote únicamente con tu respiración. Una vez que te hayas situado en este espacio, todo lo que tienes que hacer es sentarte cómodamente con la espalda recta y cerrar los ojos.

Con los ojos cerrados, respira lenta y profundamente, concentrándote en la sensación de cada inhalación y exhalación. Intenta no pensar en nada más que en tú respiración; si te viene algún pensamiento a la cabeza durante este tiempo, devuélvete suavemente a tu respiración.

A medida que pase el tiempo, sigue respirando profundamente hasta que notes que tu mente se ha despejado de cualquier otro pensamiento que no esté directamente relacionado con la respiración. Esto puede llevar desde cinco minutos hasta varias horas, dependiendo de lo que tarde tu mente en calmarse por completo; aunque el tiempo que tarde no importa, ya que lo más importante aquí es simplemente practicar la paciencia sin frustrarte cuando haya alguna dispersión en la concentración, se recomienda volver a la meditación.

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