El agua, ha sido utilizado como metáfora de nuestras emociones a lo largo de los siglos por poetas, narradores y filósofos. Como alegoría de nuestro mundo emocional, evoca la vida, lo diáfano y lo prístino, pero también lo imprevisible, misterioso, voluble y caótico. El agua, con su potencialidad de destruir, crear y renovar, es una de las fuerzas de la naturaleza de las que depende la vida. Pero no sólo dependemos del agua para vivir, estamos constituidos por ella en buena medida, representando alrededor del 70% de nuestro peso corporal.
La vida de los seres humanos gira en buena medida en torno al agua. La abundancia de agua se relaciona con el florecimiento de la vida, en tanto que su ausencia -en las zonas áridas o los periodos de sequía-, constituyen condiciones hostiles para los seres vivientes. Así, pues, nuestra relación con el agua es bastante íntima. A este respecto, los periodos de lluvia han sido vistos por diversas culturas a lo largo de la historia como momentos de júbilo propicios para las cosechas y, por tanto, el agua, ha sido asociada con la fertilidad y la feminidad.
¿Pero existe alguna relación entre el agua y nuestras emociones?
¿Puede el agua reaccionar a las emociones? Es la pregunta que guió las investigaciones del Dr. Masaru Emoto (1943-2014) quién fue un médico japonés especializado en medicina alternativa. La hipótesis de que el agua reacciona a diferentes estímulos energéticos medioambientales fue corroborada por el investigador nipón a través de la observación de estructuras que se formaban en el agua al congelarse, y luego de haber sido sometida a determinados tipos de condiciones ambientales como la música. Masaru Emoto, notó en su microscopio que los cristales del agua expuesta a música suave, formaban simétricos hexágonos, en tanto que el agua que fue sometida a heavy metal, parecía carecer de patrones definidos; se encontraba desordenada.
De igual modo, con palabras como amor, paz, gracias, respeto y tolerancia sucedía lo propio, se observaban patrones hexagonales bastante estéticos y simétricos, en tanto que con palabras negativas o de odio, la estructura del agua congelada se mostraba caótica.
Masaru Emoto llamó a este experimento la inteligencia del agua, para significar la cualidad de este elemento para reaccionar a diferentes frecuencias vibratorias. A este respecto, las personas que cultivan plantas de jardín, suelen manejar la creencia de que hablarle a las plantas de manera positiva favorece su crecimiento. Y es que las plantas, al igual que nosotros, también están compuestas por una buena proporción de agua. Esta creencia botánica es ya un saber tradicional, tal vez podrías hacer el experimento con las plantas de tu casa y ver los resultados.
¿Reacciona el agua de nuestro organismo a los pensamientos y emociones?
La unidad holística entre cuerpo, mente y espíritu a la que se aproximan lentamente algunos avances en la ciencia parecen dar cuenta de que nuestros pensamientos y emociones nos afectan en diversos planos, y, finalmente se materializan a través de distintos procesos como, por ejemplo, la segregación de neurotransmisores. Nos afectan tanto personalmente como a nuestro entorno con el que mantenemos una relación de intercambio energético constante. A estos efectos, la teoría de Masaru Emoto, vendría a complementar los planteamientos que enfatizan como los pensamientos y las emociones pueden desencadenar frecuencias vibratorias determinadas. El agua es materia, pero también es energía en un estado menos estructurado, con moléculas más dispersas.
Lo que el doctor Emoto corroboró en sus investigaciones, fue que el agua tiene ciertas cualidades físicas como recoger información y ser sensible a las emociones y a los niveles de conciencia. Bajo este orden de ideas, nuestro organismo, constituido por agua, heredaría, pues, de este elemento las mismas cualidades.
Podemos concluir que para nuestro bienestar es muy importante estar atentos en todo momento a nuestros pensamientos y emociones, ya que no solo nos afectan a nosotros mismos, también a nuestro entorno. Como siempre, llevarlo a la práctica es la forma de comprobarlo. Te recomiendo observar tus pensamientos y emociones durante unos días y ver como te sientes el día que son positivos y como el día que son discordantes.
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