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Todos los seres llevan a Yin y abrazan a Yang, logran la armonía combinando estas fuerzas”.

 Laozi, Dao De Ching, capítulo 42.

Hace doce mil años, las sociedades eran matriarcales, las mujeres dominaban básicamente por sus capacidades psíquicas. Se han descubierto vestigios de estas sociedades en Grecia y en Turquía. Después, entramos en la era de patriarcado, en la que estamos ahora mismo y que está llegando al fin de su ciclo. No se trata ahora de comenzar una era de matriarcado, dejando atrás el patriarcado. No debe ser una lucha de sexos, la idea es no caer en la dualidad y en la polaridad nuevamente a través de relaciones de poder.

En esta nueva era que comienza, la idea es superar la lucha social y de poderes y entender que todos tenemos energía femenina y masculina, e integrarlas. Comprender, además, que estamos entrando en una época, en que no es lo femenino lo que va a dominar, ni las mujeres como representantes de la energía femenina. Si no la sensibilidad femenina o la energía femenina que todos tenemos, hombres y mujeres.

Lo analizamos desde diferentes filosofías:

Taoísmo

El punto álgido en la noche es aquel donde nace el nuevo día. Desde la perspectiva del taoísmo, representada con la simbología del Yin y el yang, la vida está compuesta por fuerzas opuestas; no existe frío sin calor, ni sombra sin luz, ni lo femenino sin lo masculino. Todo esto es una simbiosis perfecta entre ambas energías presentes en toda la creación. Así, estas polaridades en un punto se encuentran y se fusionan, ya que una no puede existir sin la otra. 

El principio de lo masculino y lo femenino están siempre vinculados, son polaridades complementarias. Se diferencian tanto en características como en comportamientos propios de cada naturaleza. Pero estos principios no solo se manifiestan a escala individual, la sociedad también incorpora estos arquetipos y se reflejan en las distintas narrativas del entramado cultural. Estas dos fuerzas se presentan divididas y alejadas, pero no puede ser así por mucho tiempo, sin poner en riesgo la armonía.

Filosofía china

Bajo este orden de ideas, la filosofía China atribuye la dualidad presente en todo lo existente en el universo a dos fuerzas opuestas que se complementan.

Es decir, lo femenino y masculino dentro de cada uno de nosotros, son dos fuerzas opuestas que forman una unidad presente en toda la creación, mantener este equilibrio hace que todo funcione en armonía.

Lo femenino y lo masculino como un todo

Tanto el origen de lo femenino como de lo masculino es divino. Al integrar el equilibrio en nuestra práctica espiritual constante, estas dos fuerzas se unen para encontrar la armonía. Conscientes y apropiados de la naturaleza de cada una de estas energías, todos podemos dirigir estas fortalezas para alcanzar el equilibrio, la creatividad y la integración en nosotros mismos de esas dos energías que nos componen.

Tanto la energía femenina como la masculina están dotadas de cualidades. El Yang encarna el principio masculino: representa el cielo, la luz, la actividad, la impregnación, coordinación, visión, lógica, autonomía, estabilidad, firmeza, fuerza, resistencia, propósito. El Yin representa el principio femenino: la pasividad, la tierra, la noche, la asimilación, sensibilidad, disposición, claridad, empatía, naturalidad, fluidez, cuidado, paciencia, amor. 

Así pues, cada ser viviente y organismo, posee un complemento del que depende su propia existencia e inversamente la existencia del otro.

Sin embargo,  aunque estas particularidades usualmente definen a cada género, ciertamente, todos sin excepción, poseemos potencialmente estas cualidades espirituales y, no están limitadas a una naturaleza, ni al cuerpo de mujer u hombre, pues lo femenino y lo masculino son energías que habitan dentro de cada uno indistintamente del género.

¿Puede un hombre manifestar energía femenina y una mujer energía masculina?

En efecto, sí. Tal como se ha dicho, en todo coexiste el principio de dualidad entre el Yin y el Yang. Si bien cada individuo o ente universal manifiesta la potencialidad de energías masculina o femenina en mayor o menor grado, también se presenta su opuesto en alguna proporción. Asimismo, la energía masculina o femenina no siempre coincide con los roles de género que la sociedad adjudica a cada individuo. Por consiguiente, una mujer podría manifestar mayormente energía Yang, en tanto que un hombre podría tener más energía Yin.

Energía Yin y Yang en la sociedad

Lo masculino y lo femenino se manifiesta en la vida de los seres humanos más allá de lo individual, a una escala social. De este modo, la sociedad, como construcción social humana, puede estar en desequilibrio y manifestar más energía masculina que femenina, suprimiendo casi por completo la expresión de las energías femeninas (tal como sucede en las sociedades guerreras patriarcales y en la que estamos viviendo actualmente en la humanidad). Cuando esto sucede, la sociedad se vuelve menos armoniosa y se dificulta la convivencia entre las personas, así como también, la coexistencia equilibrada con la naturaleza y el planeta.  Por consiguiente, las vibraciones energéticas elevadas y el crecimiento espiritual, se ven obstaculizados.  En nuestra sociedad, todo alrededor es yang, masculino, estructurado y esto hace que se dificulte que se hagan las cosas de manera intuitiva.

En conclusión 

Podríamos decir, que las energías femeninas y masculinas siempre han estado presentes, originando orden y armonía. Subyacen adormecidas dentro en cada uno, esperando el llamado para mostrarse en justo equilibrio y así encontrar la coherencia y la armonía espiritual. Así también, todos poseemos las cualidades que le asignamos al otro género en mayor o menor grado, la fuerza de lo masculino se evidencia en el accionar y ejecutar, mientras que el poder femenino está en todo lo relacionado con la energía, como la percepción, la intuición y la sensibilidad. Lo ideal es integrar ambas para que se expresen en toda su complementariedad y se manifiesten en armonía y equilibrio en cada uno de los aspectos de nuestras vidas. Logrando esto, avanzaremos cada día hacia una sociedad más armónica, colaborativa y empática. Según mí sentir, estamos avanzando hacia ese tipo de humanidad, es importante mantener la esperanza que vamos por buen camino y los que así lo sienten, continuar con la práctica espiritual individual.

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