El lenguaje es una capacidad de los seres humanos para articular y expresar pensamientos, comunicarse en distintos contextos sociales y entender su entorno. Dicho de otro modo, el lenguaje es funcional y todo idioma se expresa en determinadas circunstancias en las que nos comunicamos.
Los seres humanos tenemos la capacidad de simbolizar y crear entramados simbólicos comunicables a través de códigos. Estos códigos son precisamente el lenguaje, o idioma particular de cada lugar. En virtud de la capacidad humana para el lenguaje, muchos especialistas han llegado a llamar al ser humano “animal simbólico”. Es esta capacidad del lenguaje la que nos permite categorizar la experiencia sensible para darle sentido al mundo e interpretarlo. Así, pues, el todo del que formamos parte -este entramado de interconexiones energéticas cuya expresión son los fenómenos de la naturaleza-, es nombrado y significado por el ser humano a través del lenguaje para luego ser interpretado socialmente a través de los idiomas.
Asimismo, las tradiciones, las normas, la cultura y la organización social, se transmiten a través del lenguaje. Por lo tanto, el lenguaje es también un sistema de signos o códigos con el que nos comunicamos, pensamos y nos desenvolvemos en sociedad. Un sistema que puede ser visto desde el enfoque holístico como información que vibra a determinadas frecuencias y que, por tanto, se manifiesta en nuestra realidad material, energética y espiritual.
La palabra y las lenguas sagradas
En casi todas las tradiciones culturales y religiosas del mundo, se concibe a la palabra como una fuerza creadora. La igualdad entre palabra -vista como logos-, y la sustancia de las cosas, se puede advertir claramente en la filosofía de Platón, mientras que en filosofías orientales como el taoismo, aquello que no puede ser nombrado es precisamente el todo universal (el tao).
La palabra creadora es, de hecho, para muchas culturas, una emanación de la mente creadora universal. De este modo el logos, la palabra, no solo tiene el poder de asir la realidad, sino que también tiene el poder de crearla -visto desde las tradiciones culturales de varias sociedades a lo largo de la historia. El poder sobre las cosas nombradas y la relación de identidad entre el nombre de algo y ese algo, es tan antiguo como las representaciones de la naturaleza pintadas en las cavernas.
Así, por ejemplo, en textos sagrados como la Biblia se puede leer: “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”, en tanto que las religiones orientales, suelen hacer especial énfasis en vigilar lo que se dice, y, yendo mucho más allá, la intención de cómo se dice aquello que es dicho. En síntesis, en los textos sagrados, es usual ver como el verbo y la palabra, son creadores; forman parte constitutiva de la creación.
Los idiomas sagrados
Un idioma sagrado es toda lengua cuya función es, ante todo, significar conceptos espirituales y evocar y promover estados de conciencia más elevados. A diferencia del lenguaje común -es decir, el lenguaje vernáculo-, el idioma sagrado está reservado para actividades espirituales, o bien, que promuevan el crecimiento de la conciencia. Su uso es común en las manifestaciones litúrgicas de diversas sociedades alrededor del mundo.
Se dice que estas lenguas vibran a un nivel elevado. En efecto, la energía es información que vibra a una determinada frecuencia, y, dado que la comunicación es una forma de transferencia de información, también es una transferencia energética. Se cree que la fonética de las lenguas sagradas tales como el sánscrito, es muy armoniosas, razón por la cual, muchos mantras se pronuncian en este idioma sagrado. Algunos otros idiomas sagrados incluyen al hebreo antiguo, el maya, el arameo, el árabe antiguo y el mandarín, siendo que en todas estas lenguas podemos encontrar textos sagrados muy antiguos, con saberes comunes que nos han sido legados desde tiempos remotos.
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