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Los pensamientos provocan reacciones químicas, mismas que son responsables de  establecer y configurar conductas adictivas y repetitivas, acordes con conceptos predeterminados que se reflejan en nuestras acciones y respuestas, ya sean negativas o positivas, a lo largo de la vida.

Estas respuestas negativas son inculcadas o establecidas en nuestro cerebro, probablemente desde nuestros primeros años de vida, como una rutina imperceptible que modela inconscientemente la personalidad.  Cuando aprendemos cómo se generan estos malos hábitos en nuestra mente, se inicia su reprogramación. Así, nuestro cerebro adquiere nuevos comportamientos más positivos y creativos.

Según Joe Dispenza, la mente determina la experiencia exterior, porque todo se reduce a campos de energía, de modo que nuestro pensamiento altera constantemente nuestra realidad. Así, pues, es posible cambiar circunstancias de la realidad si sabemos cómo.

Esto parece indicar, que si vivimos repitiendo los mismos pensamientos indefinidamente, estos son convertidos en una práctica aprendida a lo largo de nuestras vidas, lo que nos lleva a obtener las mismas respuestas y resultados. Por ende, se repetirán  las mismas acciones, por negativas o perjudiciales que sean para nosotros.

El círculo vicioso del pensamiento

Los pensamientos negativos repetitivos, generan un círculo vicioso; crean una realidad que reafirma los pensamientos negativos. Es en el cerebro, donde se da comienzo la construcción de pensamientos negativos que se fijan como parte de nuestra personalidad en el transcurso de la vida, siendo estas ideas  las que ponen freno a cualquier posibilidad de éxito y armonía.

¿Por qué sucede esto? Pues parece ser que todo se trata de mantener la adicción por los mismos pensamientos, acciones y emociones programadas desde siempre, sin dar oportunidad a nuestro cerebro de renovarse.

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Cómo reprogramar nuestro cerebro

Desarrollar el autoconocimiento profundo y sincero nos permite un diagnóstico de los lazos atávicos con nuestro pasado que nos imposibilitan evolucionar. Esta exploración de nuestro interior, abarca la información forjada en pensamientos subconscientes acumulados desde niños, así también como los adquiridos en el entorno en el que hemos habitado y aquellos derivados de factores culturales.

Desde este diagnóstico consciente, es que se debe iniciar la reprogramación del pensamiento.

Aun así, según Joe Dispenza,  aprender no es suficiente, has de aplicar lo que aprendes. A este respecto, cuando empezamos a identificar los escollos de nuestros pensamientos negativos, así como a experimentar las emociones de esa nueva experiencia de autoconocimiento aplicando lo aprendido, enviaremos señales a nuestro sistema neuronal. La idea es ir creando nueva sinapsis a través de la incorporación de hábitos y la toma de consciencia de los pensamientos y emociones negativas -habida cuenta de la neuroplasticidad del cerebro. Es un proceso de programación de nuestra mente, tal como señala Joe Dispenza.

Sin saber, vivimos conducidos por pensamientos estancados

Permanentemente, estamos creando el porvenir. Quizás no tenemos conciencia de que en la mayor parte de este proceso, repetimos pensamientos y mensajes negativos volviendo sobre lo andado. Y, como resultado, nos encontramos repitiendo una y otra vez el mismo destino.

Como se comentó al principio del artículo, estos pensamientos y reacciones emocionales memorizadas no son todos necesariamente negativos. Pero en este artículo nos referimos a aquellos que lo son, como el miedo, la inseguridad, el odio y otras muchas emociones que subyacen en nuestro subconsciente y que resuenan a una baja frecuencia.

Bajo este orden de ideas, se debería aspirar  a reconocer aquello que nos paraliza en situaciones de estancamiento y  reprogramarlo. Se trata de introducir en la programación individual, los hábitos  necesarios para avanzar hacia nuestra evolución.

¿Cómo cambiar esta programación enraizada en nosotros?

Hay ciertas premisas o ideas fuerza que nos permitirán reprogramarnos para mejorar nuestro bienestar:

El cambio se inicia en nosotros, al lograr un estado interior de conciencia, apoyados en la práctica diaria de la meditación, nos acercamos a nuestro yo interior. De esta manera, nos hacemos conscientes de nuestros hábitos negativos programados en automático y nos enfocamos en modificarlos con nuevos mensajes. Esto sucede gracias a que la meditación nos abre un camino al subconsciente, donde ocurren los cambios.

Otras fuentes de apoyo muy poderosas son la reflexión y las diferentes terapias sanadoras, pues, todas estas prácticas nos conducen por la vía del autoconocimiento y el progreso espiritual, revitalizando el accionar de nuestra vida, al permitirnos cobrar conciencia de nuestra responsabilidad como creadores de conceptos y propósitos nuevos.

No quedarse atrapado en los problemas, descansa en el presente con prácticas como la meditación. De esta manera, al no responder ante los contratiempos con los métodos usuales sino adoptando y aplicando nuevas soluciones creativas, estamos rompiendo con anclas mentales, a la vez que creamos nuevas  conexiones.

Ama tu cuerpo, controla el estrés.  Según Joe Dispenza,  podemos bajar nuestro nivel de ansiedad y estrés con tan solo cambiar nuestra forma de pensar. Esto es así, afirma Dispenza, debido a que el acto de pensar, altera la composición química del cerebro. De esta manera, en la programación de nuestros pensamientos, está una de las claves para gozar de buena salud física y mental. En esto se basan, en resumen, la mayor parte de las investigaciones de Dispenza.

Una actitud comprensiva y amorosa hacia nosotros, se trata de no castigarnos por nuestra recurrencia en la costumbre del pensamiento negativo y del pasado, sino más bien detectarlos,  asumirlos, e implementar los cambios necesarios con energía, constancia y alegría, esta perspectiva amplía nuestra opinión sobre nosotros y los demás. Reflexionar sobre los pensamientos negativos y aceptarlos les resta poder. Si sientes, por ejemplo, miedo, estrés o depresión, es útil identificar lo que sientes.

En conclusión

Vale la pena vigilar la calidad de nuestros pensamientos. En palabras de Joe Dispenza.

Todos los pensamientos, incluso si son del tipo de los «no puedo», «puedo», «no soy lo bastante bueno» o «te amo», tienen efectos cuantificables

similares…”

Lo que pensamos, nos afecta. Tiene distintos efectos sobre nosotros y sobre quienes nos rodean, y distintos alcances sobre nuestra realidad. Así también, incide directamente en nuestro bienestar. Si bien existen pensamientos negativos inconscientes cuyo control escapa a nuestra reflexión racional, se les puede restar poder y finalmente reprogramarnos y sustituirlos con nuevos pensamientos positivos. Esto se puede lograr a través de hábitos y prácticas espirituales como la meditación y el yoga, una vez se ha detectado que existe un malestar asociado a un determinado pensamiento.

Meditar nos ayuda a controlar nuestros pensamientos, dejar pasar aquello que puede afectarnos como si estuviésemos viendo una película. Dicho de otro modo, restarles impacto emocional y bioquímico para eventualmente eliminarlos y reprogramarnos.

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