¿Puede nuestra mente afectar nuestros estados de salud? Y, si es así, ¿de qué modo? Sobre la primera interrogante parece haber actualmente un consenso entre la comunidad científica y las aproximaciones holísticas a la salud y el bienestar; nuestra mente -aspectos psicológicos, estructura del carácter y hábitos arraigados a nuestra conducta-, incide notablemente en nuestra salud. Este consenso parece dar cabida a una aproximación holística de la ciencia occidental, si bien el abordaje de la enfermedad y sus síntomas aún resulta parcelado. En relación a la segunda pregunta, sin embargo, existen mayores discrepancias, lo cual, ha conducido a varios investigadores a estudiar los efectos de los pensamientos y las emociones no solo a nivel bioquímico, sino que también a nivel energético a una escala cuántica.
Sin dejar de advertir que los procesos bioquímicos de nuestro organismo son en sí mismos procesos energéticos, sobre la dimensión energética de nuestros pensamientos actuando a un nivel cuántico la ciencia apenas se asoma avizorando hipótesis que le aproximan a una visión holística del ser.
Energía en movimiento: sanar y sanar el entorno
En el universo, todo es energía bajo distintas manifestaciones y, los pensamientos, son también energía que desencadenan procesos energéticos en nuestro organismo (procesos bioquímicos). Asimismo, dado que interactuamos enérgicamente con nuestro entorno, los pensamientos también se expresan en acciones que movilizan energías. Es decir, la energía de estos pensamientos produce y reproduce el ambiente en el que nos encontremos, familiar, laboral, social; tienen una capacidad creadora sobre la realidad. Por lo tanto, es importante que nuestros pensamientos sean de alta frecuencia como, por ejemplo, los pensamientos asociados al amor, la empatía y la aceptación, los cuales, irradian como si generasen ondas expansivas. Estos pensamientos no solo tienen un poder auto-sanador, sino que también, sanan el entorno favoreciendo su armonía y equilibrio.
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Energías y bioquímica
Nuestro cuerpo y nuestra mente son capaces de producir por sí mismos respuestas a amenazas que alteran su equilibrio e integridad en aras de restablecerse, es decir, nuestro organismo es capaz de autosanarse hasta cierto grado. Existen mecanismos biológicos de autosanación. Por otro lado, estos procesos se dan en todas las dimensiones del ser; a nivel biológico, espiritual, mental y energético.
Además, nuestra mente puede afectar todas las dimensiones del ser y, bajo este orden de ideas, cada pensamiento -tal como ha demostrado la neurociencia-, genera determinadas sustancias químicas en nuestro cerebro, los neurotransmisores. No obstante, gran parte de nuestros pensamientos y desenvolvimiento diario están dirigidos por automatismos; pensamientos inscritos en el pasado -muy a menudo desde el hogar-, que se han sedimentado y se manifiestan de manera inconsciente, es decir, como un piloto automático. Esto es, una forma de actuar guiada por pensamientos que acuden de manera espontánea e involuntaria a nuestra mente; pensamientos de los que no somos plenamente conscientes, o bien, podemos llegar a ser totalmente inconscientes.
¿Por qué existe el piloto automático?
Según la Universidad de California en Los Ángeles, cada día tenemos entre 60.000 a 70.000 pensamientos, siendo que el 90% son exactamente iguales a los del día anterior. Asimismo, aquellos pensamientos inconscientes, ocupan el 95% de nuestra mente. Los datos sugieren, pues, que el llamado piloto automático desempeña un papel relevante en nuestras vidas. Por consiguiente, es necesario detenerse en observar la calidad de los pensamientos que están actuando en nosotros sin que logremos advertirlo.
Lo cierto es que si existe el llamado piloto automático -si lo tenemos instalado como un dispositivo de pensamiento-, es porque es útil en el día a día, es funcional. Imaginemos por un momento que alguien está conduciendo o caminando y tiene que pensar con detenimiento cuando va a cambiar de velocidad, o bien, cuando va a dar el siguiente paso al caminar. Son procesos que realizamos en modo automático y que permiten a la mente centrar su atención en otros asuntos yreaccionar con rapidez ante situaciones habituales. Estos procesos de pensamiento se automatizan con la repetición y la experiencia. La mente -tal como lo señala Daniela Kahneman-, utiliza el piloto automático para ser más eficiente y concentrar la atención hacia elementos novedosos, haciendo que las actividades repetitivas a las que estamos acostumbrados se realicen de manera automática. Aún ciertas creencias pueden 
sernos tan familiares que al no reflexionar en ellas, ni cuestionarlas, puede que funcionen como piloto automático incidiendo en decisiones que ameritan un mayor nivel de reflexión.
El piloto automático es, pues, experiencia sedimentada que al hacerse hábito se automatiza para ahorrar energía y destinar el foco de concentración en otras actividades. Podemos extraer de esa experiencia sedimentada cierta intuición que buscamos usar de referencia para resolver nuevos problemas, aunque no siempre de manera atinada. De este modo, el piloto automático, aunque necesario en el día a día, es una manera rápida e instintiva de pensar que se opone al pensamiento reflexivo y consciente que propician prácticas como la meditación, esto es, un mucho más lento, consciente, detenido y calmo.
¿Cuándo el piloto automático puede afectar nuestra salud y obstruir nuestro crecimiento personal?
Resulta claro -dado el desarrollo del psicoanálisis-, que algunos elementos de nuestra mente inconsciente pueden afectarnos negativamente. Lejos de ser útiles, obstruyen nuestro bienestar y pueden desencadenar emociones y pensamientos que nos desequilibran energéticamente y, por tanto, en nuestro plano material, en dónde los desequilibrios se manifiestan como síntomas.
Estos pensamientos de piloto automático, tienden a perpetuarse toda vez que pasan inadvertidos, nos llevan a las mismas conclusiones reiteradamente y, por tanto, a tomar siempre las mismas decisiones que nos harán pasar por experiencias similares con un impacto emocional, biológico y energético parecido. Este bucle, sin embargo, puede romperse a través de técnicas específicas que abordan el problema desde una visión holística.
Estos pensamientos arraigados -muchos de los cuales pueden provenir de traumas-, además de generar bloqueos energéticos, obstruyen nuestra capacidad de autosanación. La capacidad de sanar con la mente parte, pues, de un proceso de autoconocimiento y aceptación de estos mecanismos inconscientes.
¿Podemos hacer algo para controlar aquellos pensamientos de piloto automático que nos perjudican?
Afortunadamente, existen técnicas y saberes que nos permiten abordar el problema. Bajo este mismo orden de ideas, diagnosticar este tipo de procesos tomando consciencia de ellos, ya es un gran avance.
Técnicas para sanar con la mente
Joe Dispenza, científico dedicado a investigar y divulgar el fenómeno de la interconexión entre la mente, el cuerpo y las energías cuánticas, subraya el papel de herramientas tales como la visualización y la meditación en la evolución personal, bajo el lente de la neurociencia.
Debemos entender y aceptar que somos los creadores de nuestros pensamientos y, por lo tanto, es recomendable estar a cada momento muy observadores del tipo de pensamientos que estamos generando, ya que influyen en nuestro estado de bienestar. Te recomiendo que cada vez que detectes que estás pensando en algo negativo o discordante, cámbialo a un pensamiento amoroso y positivo. Obviamente esto requiere de paciencia, constancia y ganas de estar bien, ya que es algo que debemos acostumbrarnos a hacer diariamente para nuestro bienestar.
Dentro del enfoque holístico de la sanación, existen un conjunto de herramientas que pueden ayudarnos a sanar con la mente, haciendo uso correcto y consciente de la misma y activando de esta manera los mecanismos de autosanación que todos poseemos.
Dale una mirada a estas herramientas y encuentra en el buscador del blog entradas relacionadas con cada una de ellas:
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