Somos seres multidimensionales: cuerpo, mente, energía, espíritu y emociones. Hay una estrecha relación entre nuestros pensamientos, nuestras emociones y la neuroquímica de nuestro cerebro. Así, pues, una disposición de pensamientos negativos y las correspondientes emociones que se les asocian, puede afectar considerablemente nuestra salud.
La medicina China, por otra parte, tiene un enfoque holístico muy interesante. Es una forma de medicina que coexiste en China con los métodos médicos modernos y la tecnología actual. Un saber que complementa a la ciencia en pro de la sanación. En estas formas tradicionales de medicina, las emociones y el entorno cuentan para la sanación; existe una noción filosófica y espiritual de la complejidad del ser humano que da lugar a prácticas que contribuyen al bienestar como la acupuntura y el Feng Shui.
En la medicina moderna, no obstante, la conexión entre la salud y el bienestar espiritual y del entorno no se hace tan evidente y se ve poco reflejada en los tratamientos. Bajo este orden de ideas, es indispensable para nuestra higiene mental y salud integral cuidar de las emociones y los pensamientos. Identificar qué emociones negativas nos son recurrentes, es un buen punto de partida –esto es, una suerte de auto-diagnóstico.
En los siguientes párrafos, abordaremos algunas de las emociones negativas más frecuentes en la vida moderna, y cómo impedir que nos afecten desequilibrándonos mental, física, espiritual y energéticamente.
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Emociones negativas, llamados de alarma
¿Cómo saber cuándo debemos buscar ayuda o trabajar en nosotros para superar algún problema emocional? Es un tema delicado, porque la mayoría de las personas, o bien no buscan ayuda, o lo hacen cuando ya están muy afectadas, cayendo en círculos viciosos de emociones negativas que merman la voluntad y la energía.
Cuando estas emociones se hacen recurrentes, hay un claro desequilibrio mental, emocional y energético. Aun así, el organismo se ve afectado y busca restablecerse. Por eso conviene estar atento en la recurrencia de las siguientes emociones:
Tristeza:
La tristeza y la depresión, se asocian mucho hoy en día a estados de ansiedad. Si bien los estados de tristeza pueden ser eventuales, sentirse triste todo el tiempo, o durante periodos prolongados puede ser una señal de alerta.
La medicación de algunas psicopatologías no es infrecuente cuando se hacen constantes algunas emociones negativas de tristeza y desesperación. Puede ser incluso necesaria cuando el cerebro ya está demasiado adaptado a una forma de pensar y a una configuración de sustancias químicas, pues cada pensamiento y emoción es capaz de disparar determinados neurotransmisores. No obstante, se puede evitar llegar a ese estado con ciertas prácticas saludables que se pueden ir incorporando cómo hábitos paulatinamente.
A este respecto, es importante estar atento de dichas emociones negativas, aprender a detectarlas y observarlas para dejarlas. La negación, suele dejarlas flotando como pensamientos parasitarios, es mejor dejarlas ir, restarles importancia y poder en nuestras vidas, con prácticas como la meditación o el yoga, incluso el ejercicio y las caminatas conscientes. Ver dichas emociones como un observador lo haría con un objeto externo es el primer paso para neutralizarlas.
Ansiedad y miedo:
La ansiedad está muy vinculada a la depresión, según estudios la correlación entre ambas es muy estrecha. Por otro lado, producto de la vida moderna, la ansiedad y el estrés son casi pandémicos. Sus efectos sobre el organismo han sido ampliamente documentados. La ansiedad surge de miedos viscerales, corresponde al mecanismo evolutivo de huida y ataque, pero que en los estados de ansiedad se prolonga. Un ejercicio interesante cuando detectas niveles elevados de estrés y ansiedad es pensar en ese problema como si hubiese ocurrido ya, y verificar lo beneficioso que puede ser dejar ir algunos apegos.
Contra la ansiedad y el estrés quizás no haya tratamiento más eficaz que la meditación e integrar información diferente desde una comprensión que involucre un progreso espiritual. La solución de la medicina moderna suele pasar por ansiolíticos -tratando de palear daños tales como las subidas de tensión en personas estresadas-, no obstante, estos fármacos nunca son inocuos y suelen crear dependencia. Es una solución rápida, pero la meditación tiene efectos más prolongados y seguros.
El ejercicio físico, aunque sea moderado, y el yoga -una forma de meditación en movimiento-, serán tus aliados en esto. Poco a poco notarás como mejora tu actitud ante la vida.
Ira:
La ira y el enojo pueden dañar enormemente nuestra salud. La ira se asocia a estados de irracionalidad. Todos los maestros espirituales parecen coincidir en que la ira no solo daña tu entorno, sino que es autodestructiva; incluso cuando no se externaliza te puede dañar. Aunque la ira suele exteriorizarse, es fundamentalmente autodestructiva. Por cuestiones de higiene mental, es importante revisar los estados de ira ocultos. No es poco común que la ira, trate de manifestarse en desahogos sobre otros que nada tienen que ver con lo que ha provocado tu estado de ira. Estos desahogos hay que evitarlos. Antes bien, respira profundo y analiza la situación que te está causando la ira. Puede que tengas razones válidas para estar enojado, pero no solucionarás nada prolongando ese estado, solo empeorarás tu salud y desequilibrarás tu estado energético.
¿Cómo combatir estas 3 emociones?
Lo primero que hay que hacer, como se ha mencionado antes, es detectar estas emociones negativas; estar muy consciente de sus efectos perjudiciales. Luego, es necesario saber que son estados emocionales y que se pueden cambiar al adquirir más control sobre nuestros pensamientos, aunque los hayamos incorporado a nuestra identidad, no son indelebles (muchas veces decimos, yo soy así, como si no hubiese nada que hacer al respecto). Suprimir estas emociones negativas por decisión, es difícil por cuanto emergen de manera involuntaria y desde el inconsciente, sin embargo lo podemos lograr cuando tenemos la firme intención de hacerlo. Podemos sustituir esas emociones por otras con prácticas espirituales de concentración y atención plena. Esto funciona de una manera simple, pero muy lógica y efectiva; los estados emocionales a menudo son mutuamente excluyentes, sobre todo cuando se trata de emociones contrapuestas -las emociones negativas y las positivas no se manifiestan en un mismo instante. Esto es, no puedes sentir alegría y tristeza a la vez, o tranquilidad y miedo en un mismo momento.
Por tanto, pasar el mayor tiempo posible en estados positivos y limitar el tiempo que se pasa en los estados emocionales negativos es mucho más fácil y lógico que plantearse suprimir las emociones negativas por decreto, si ya tienes un hábito arraigado a la neuroquímica de tu cerebro. Podría ser frustrante, incluso. De todas maneras es importante ser paciente con uno mismo, ya que hay que ir creando un nuevo hábito, el de generar emociones positivas.
La meditación y el yoga, como se ha dicho, constituyen dos de las herramientas más poderosas para contrarrestar las emociones negativas. No buscan suprimirlas a la fuerza o mágicamente, antes bien, se trata de ganar control sobre ellas, dejarlas pasar cuando emergen y seguir en un estado de tranquilidad y contemplación para equilibrarse de manera integral. La idea es incorporar una forma de vida y hasta una filosofía del bienestar diferente. Tu mente y tu cuerpo te lo agradecerán.
Si quieres comenzar a meditar, comprender de donde vienen tus estados emocionales y avanzar en tu autoconocimiento y progreso espiritual y necesitas un acompañamiento, contáctame. También puedes probar otras terapias alternativas y ver cuál se acerca más a ti:
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